La singularidad del local de D. Aquilino Fernández fue todo un reto para nuestros proyectistas. No era un proyecto de gran envergadura en cuanto a superficie del local, pero si en cuanto a las dificultades particulares que había que solventar.
Existía un ascensor interior que comunicaba el primer piso con la farmacia, y eso complicaba todo sobremanera.
Se instaló en la primera planta del local, un robot dispensador de medicamentos, que los conducía hacía los mostradores de atención a través de las rampas helicoidales de caída que atravesaban el forjado.
Los mostradores y las góndolas de exposición de producto, fueron concebidas en exclusiva para este cliente. Mediante un diseño innovador y muy cuidado, se dotó a la farmacia de la funcionalidad que requería.
Se consiguió renovar esta farmacia de pocos metros cuadrados con una solución elegante y muy funcional.